Las delicias de Orión

Esta es la primera receta que cociné con tofu y el consejo que me dieron es totalmente cierto: “la mayor parte del sabor del tofu depende de con qué lo maceres o lo cocines”. Al natural, el tofu tiene un sabor muy neutro (a mi me recuerda al queso fresco), por lo que ofrece una gran versatilidad a la hora de cocinarlo, pues se impregna de todos los demás sabores.

Una forma algo distinta de preparar verduras al horno que no solo resulta deliciosa, sino también muy ligera, por lo que podemos servirla tanto como guarnición, como plato único.

La primera vez que fui a comprar esta salsa envasada se me ocurrió la feliz idea de mirar los ingredientes*, una costumbre que tengo cada vez que compro cualquier cosa que no sea fresca, y al ver la cantidad de glutamatos varios y otros aditivos que contenía, salí espantada y decidí que, aunque no me quedara igual, era mejor idea aprender a hacerla casera.  Aquí os dejo mi versión de esta salsa que, al final, tuvo un más que digno resultado. Espero que la disfrutéis. *algo que debemos hacer siempre que compramos cualquier producto que no sea fresco, pues es fundamental saber qué es exactamente lo que nos estamos comiendo y valorar si merece la pena hacerlo o buscar un sustituto más saludable.

Esta salsa es un auténtico icono de nuestro recetario familiar y se ha convertido en uno de los platos estrella de las cenas familiares. Combina bien con pan de cebolla, “colines”, “regañás” e incluso con patatas fritas, y como base para un relleno de volovanes o tartaletas, aunque el principal uso que le damos en mi casa es algo distinto… porque resulta ser un complemento perfecto para mojar los bordes de la pizza.

Estas tortitas llevan en mi vida casi tanto tiempo como mi pareja y las probé por primera vez la mañana de mi primer cumpleaños juntos, cuando me las llevó por sorpresa a la cama. Más allá de lo romántico del momento, las tortitas eran las más ricas que había probado en mi vida y no tiene pinta de que nunca vayan a dejar de serlo. Una de las cosas que más me gusta de esta receta es lo ligeras y nada empalagosas que quedan las tortitas. Da igual cuantas te hayas comido, siempre parece que queda hueco para alguna más.

Creo que no me equivoco si digo que este es mi salteado de verduras favorito, con diferencia.  Siempre me han encantado las espinacas, pero el contraste con el dulzor de la manzana y las pasas hace que estén incluso más ricas. Además, es una forma perfecta de presentarle las espinacas a cualquiera que no disfrute demasiado de las verduras, da igual que sea un adulto o un niño.

La versión casera de una de mis recetas de pasta favoritas, el cambio de la pasta por verdura la convierte en una opción perfecta para personas diabéticas, celiacas o que, por el motivo que sea, busquen una receta ligera y baja en carbohidratos. Y más allá de eso, la combinación de sabores de la salsa es una auténtica delicia, para que nos vamos a engañar.

Podríamos decir que esta es una ensalada milagro… con ella conseguí que mi pareja comiera queso azul de alguna forma en que no estuviera rebajado con nata o algo similar. Bromas aparte, lo cierto es que el contraste de dulce, salado y amargo que proporciona esta ensalada resulta de lo más estimulante y la convierte en una guarnición perfecta para carnes y pescados o en un plato principal que seguro disfrutaremos.

Los ingredientes no engañan, esta es una hamburguesa contundente donde las haya.  Normalmente mi forma de macerar la carne es de lo más simple y sencilla: ajo, perejil, huevo y pan rallado, pero con esta receta decidí probar algo un poco diferente y lo cierto es que el resultado fue todo un acierto. El encontrar esos pequeños “tropezones” de piñones y cebolla caramelizada a cada bocado, combinados con el toque salado de la salsa hacen que el único defecto que le encuentres a la hamburguesa sea que se acabe.

Esta ensalada ha sido durante mucho tiempo uno de los entrantes estrella en las cenas familiares, pero me gusta tanto que se ha acabado convirtiendo en una de las ensaladas que más preparo en el día a día.  No solo es una receta fácil y rápida, sino muy agradecida, con una combinación de sabores que conquista desde el primer bocado. 

Aún recuerdo la primera vez que probé el cous cous, durante un viaje de fin de curso en el que hicimos una parada de un día en Marruecos… fue un auténtico flechazo culinario. He tardado bastantes años en atreverme a prepararlo yo, o al menos una versión, al principio por no estar segura de cómo se prepararía y después por miedo a hacer un plato desastroso, pero después de mucho pensar en combinaciones de sabores, colores y texturas, va a sonar muy egomaníaco, pero he de decir que estoy bastante orgullosa del resultado. Espero que disfrutéis este plato tanto como yo he disfrutado su creación.

Perfectos para el verano, esta versión diferente de unos tacos ofrece un plato fresco y ligero lleno de sabores y texturas.  Además, su rápida preparación lo convierte en una opción perfecta para las cenas, permitiéndonos apurar más el tiempo antes de ponernos a cocinar.

Si soy sincera, este plato es un imprescindible de todas y cada una de mis visitas a un wok. Podré variar las verduras y elegir mis favoritas de entre las opciones, pero los fideos de arroz y la salsa teriyaki son intocables.  Este plato fue un descubrimiento accidental que surgió como comida socorrida y acabó remodelado y siendo una de mis recetas preferidas. Los distintos contrastes de sabores y texturas que aportan las diversas verduras, potenciados por la salsa, convierten el plato en una opción sabrosa y sana para cualquier comida.

Esta receta es una versión bastante aproximada de uno de mis platos favoritos de la cocina tailandesa: el pollo satay.  Una de las cosas que más me gusta de la comida asiática, en especial de la del sur del continente, es su amor por los marinados y las especias… no importa el plato, siempre encontraras una mezcla de sabores sorprendente y exquisita, que te hará querer seguir disfrutando de su gastronomía.